Julio Bustamante: Materia Volátil

Disco: Materia volátil
Autor: Julio Bustamante
Sello: Comboi Records
Año: 2005

Para hablar de Julio Bustamante, todos los caminos que se tomen, no sin caer en la reiteración, desembocan en su personalidad iconoclasta, a su elegancia exquisita, a una carrera coherente como pocas, a ese exilio, quiero pensar que voluntario, de los círculos comerciales al uso, a esa aureola de poeta maldito que le rodea, pero que a la vez le convierte en exquisito magret para los que le seguimos desde sus inicios, minoría ávida de sensaciones que no se encuentran con frecuencia en el panorama de la música española. Él, cómplice, lo sabe y podría decirse que disfrute una y otra vez con las críticas, que a modo de loa, acompañan cada una de sus entregas, su sana suficiencia es una satisfacción de la que, probablemente, de otro modo carecería.

En su última obra, “Material volátil”, grabada con una discográfica, Comboi, de la que no se tienen excesivas referencias, Julio se rodea, entre otros, de su inseparable compañero de correrías Remigi Palmero, de su hermano Puchi Balanza, del guitarrista Carlos Carrasco (que además produce el disco), de Montse Azorín y Maribel San Segundo que le hacen los coros, más el añadido de otro ilustre, Alberto Tarín en las mezclas, para obsequiarnos con lo que nos ha brindado siempre, un compendio de canciones excelentes, tan deliciosamente naif como metafísicamente complejas a partes iguales. Pocas sorpresas, lo cual es siempre de agradecer, cualquier innovación extrema quizá hiciera languidecer su encanto.

Julio le canta, tanto en su lengua vernácula, el valenciano, como en francés, como en inglés, a los recuerdos, a primera vista inapreciables, que dejan su impronta en nuestra mente (“La caseta”), a la cotidianidad (“Cosas que pasan”), a la utopía tangible (“Estrella azul”) ... pero profundiza especialmente, y de qué forma, en el amor, lo cual, por otra parte, ha sido una constante en su trayectoria.

“Amor antiguo”, “Para quererte”, “La máquina que somos tú y yo”, “L´habitude du silence”, “Old song” ... van dejando, una tras otra, jirones de piel, por extrapolación, en nuestros sentidos de tal manera que cuando el disco llega a su fin, nos hace caer en la tentación de revivir, inevitablemente, ciertos pasajes de ese amor que él tilda de pagano en el prólogo del libreto que acompaña al disco: “Las hadas aparecen cuando quieren. Han hecho de este corazón su hotel, pero la suite la tengo reservada para quien yo me sé ...” pues eso.

Por Aurelio Sánchez.

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