Justo Bagüeste y Javier Carnicer: Lijas

Disco: Lijas
Autor: Justo Bagüeste y Javier Carnicer
Año: 2009
Sello: Rosevil Producciones

Una palabra tan sonora y expresiva como es “Lijas” sirvió para dar título al primer disco conjunto de Justo Bagüeste y Javier Carnicer, dos creadores oscenses en el ex, cuyas carreras hasta ahora sólo se habían aproximado de forma tangencial. Y, sin embargo, aunque a nivel personal sean muy diferentes, sus universos creativos… ¡tienen tanto en común! La misma filosofía existencialista, la reivindicación de la bohemia, el ansia por experimentar, el gusto por la heterodoxia, el deseo de decir lo de siempre de una manera radicalmente distinta. Son puntos que unen, aunque sea de forma esquiva, la trayectoria de ambos creadores.

“Lijas” es una suerte de mosaico en el que cada pieza encaja perfectamente en el conjunto y, al mismo tiempo, mantiene su independencia. El hecho de que en cada tema haya una voz invitada en un idioma diferente en cada caso (solo se repite el alemán) ayuda a configurar este puzzle convertido en fascinante Torre de Babel. El itinerario comienza con “Club privado”, con su enigmática atmósfera tejida en clave de jazz electrónico y trenzada con la ayuda de músicos de la escena aragonesa: Juanjo Javierre, Orencio Boix, Felipe Garzo y Fernando López (Pársec). Después, el oyente puede dejarse envolver en el politizado y vibrante sputnik funk de “Dominio” o en la psicodelia futurista de ese “Lamento del misántropo”, que se beneficia de un sugerente toque de guitarra a cargo de un Gonzalo Lasheras próximo a la estética sonora de los devaneos de Steve Hillage para Gong.

El viaje continúa con el lirismo acendrado del ambient dub de “Soñador insomne”, con apoyo atmosférico de Frank Rudow (ex Manta Ray), para adentrarse después en esa especie de oda ermitaña que es “Primer pensamiento”, a ritmo de hip hop bizarro. Le siguen el pesimismo militante de “Panorama”, inmerso en una barroca exploración sónica; el jazz pacifista de “Sed” (con el apoyo “arquitectónico” de Susana Cáncer); el inquietante ronroneo post-rock de “Bajo continuo” (con un formidable trabajo en la guitarra de Felipe Garzo); y la música neo-concreta de “Flor de ceniza”, un escalofriante poema de amor y locura (con guiño incluido a Leopoldo Mª Panero) en el que destaca la magnífica labor de Pelayo Arrizabalaga en los turntables.

Y ya iniciando la recta final, “Probador” es, como diría John Huston, un paseo por el amor y la muerte, acompañado por la trompeta de Markus Breuss y la voz de Morti, cantante de Skizoo. “Otros humos” es, sin duda, la canción más canción del disco, la más pop, con Javier Corcobado en la guitarra y Morti de nuevo cantando, y con ciertos ecos de la psicodelia a la catalana de Música Dispersa. Y “Lijas” se despide con la oda amorosa de “Carmen”, en francés (¡claro!) y mecida por el swing. Son, en total, doce píldoras para curar el alma a golpe de poesía sonora. Doce certeros disparos al corazón de ese oyente con sensibilidad que, afortunadamente, todavía existe.

Por Luís Lles.

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